domingo, 27 de mayo de 2018

Catulo
Un año más ha llegado la semana en la que tengo que despedir a un grupo de alumnos de 2ª de bachillerato. Juntos hemos pasado muchas experiencias, entre ellas la lectura de los clásicos. Desde siempre el poeta latino que más cerca está de la sensibilidad de los más jóvenes es Catulo. El poeta de Verona vivió una vida breve pero muy intensa. Plasmó en sus poemas sus vivencias y gracias a ello conocemos de primera mano los vaivenes de la pasión amorosa que sintió por Clodia Pulcher, a la que él llamó, en homenaje a los poetas griegos cuyos versos admiraba, Lesbia. Lesbia fue una mujer muy libre, adelantada a su tiempo, que destrozó el corazón del poeta. Toda la fuerza de un amor apasionado está condensada en los dos versos que aquí reproducimos traducidos por Juan Antonio González Iglesias. Para mis chicos del BH2C, que Catulo siempre os acompañe.

 

                           CARMEN LXXXV
    
        Odi et amo. Quare id faciam,fortasse requiris?
           Nescio, sed fieri sentio et excrucior.
 
 
       Odio y amo. Quizá me preguntes por qué.
          No lo sé, pero así lo siento. Y sufro.
 
 
 
                           

domingo, 20 de mayo de 2018

Un romance
Los libros de texto de nuestra infancia estaban llenos de poemas tradicionales que aprendíamos de memoria. A ese género pertenece el Romance del prisionero que nos acompañará esta semana. Se trata de un romance lírico sobre el lamento del prisionero que no puede disfrutar del esplendor de la primavera.


  Romance del prisionero

Que por mayo era por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuando es de día
ni cuando las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba al albor.
Matómela un ballestero;
déle Dios mal galardón.

 

 

domingo, 13 de mayo de 2018

Luis Cernuda
Traemos esta semana a un poeta de la Generación del 27 que vivió y murió en el exilio. La obra de Cernuda se mueve desde la poesía pura de sus primeros libros hasta el lenguaje más coloquial pero siempre elaborado de los últimos. Su experiencia vital, la homosexualidad, la guerra y la huida posterior hacen de su poesía una autobiografía literaria sentida y sincera. Esa sinceridad ambivalente hacia el exilio es la que expresa nuestro poema de esta semana.

       PEREGRINO

¿Volver? Vuelva el que tenga,
tras largos años, tras un largo viaje,
cansancio del camino y la codicia
de su tierra, su casa, sus amigos,
del amor que al regreso fiel le espere.

Mas ¿tú? ¿volver? Regresar no piensas,
sino seguir libre adelante,
disponible por siempre, mozo o viejo,
sin hijo que te busque, como a Ulises,
sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.

Sigue, sigue adelante y no regreses,
fiel hasta el fin del camino y tu vida,
no eches de menos un destino más fácil,
tus pies sobre la tierra antes no hollada,
tus ojos frente a lo antes nunca visto.
 

domingo, 6 de mayo de 2018

Martha Asunción Alonso
Esta joven poeta madrileña, licenciada en filología francesa, tiene ya una trayectoria reconocida con numerosos premios, alguno de ellos con tanto prestigio como el Adonáis en 2013, y bastante obra publicada. Actualmente compagina la docencia en Francia con la creación literaria. Su poema nos sirve para hacer un homenaje a todas esas mujeres que dieron lo mejor de sí mismas en un mundo difícil que no valoró su generosidad, su esfuerzo y su amor por los otros.

                          EL CINTURÓN DE HIPÓLITA

Una vez, siendo niña, descubrí a la mujer
que me enseñó a montar en bicicleta
tiñéndose las canas: se había puesto, porque la resistencia mancha,
una camisa azul de su marido
muerto.

El cinturón de Hipólita es aquella camisa.

Mi primera maestra, Doña Cati,
enseñó a leer a tres generaciones de españoles
a través de sus gafas, ya estando jubilada: Mi-pa-pá
es-el-más-gua-po-del-mun-do-y-mi-ma-má-la-más-fuer-te
del-pla-ne-ta-tie-rra
.

El cinturón de Hipólita es aquel par de gafas.

El día de su boda con el poeta Manuel Altolaguirre,
la poeta Concha Méndez caminó
flotando, con su traje de menta, hacia el altar
de los Jerónimos: su ramo de novia era un manojo
fresco de perejil.

El cinturón de Hipólita es aquel ramo verde.

Y el modo en que mi madre, a los cincuenta, le cambiaba las pilas
a su audífono para asistir a clases
en la universidad (las manos son las mismas que, con catorce
años, dejaran los compases y dictados
para ponerse a amasar pan).

El cinturón de Hipólita nunca lo robó Hércules.

Hércules robó el oro,
pero no la riqueza. ¿Cómo expoliar aquello que se mama,
capital invisible, indivisible, cual río
sangre abajo? Robó Heracles
el oro. Nos dejó

la nobleza.